domingo, 9 de agosto de 2009

Erosiones

¿Has sentido que tu cuerpo está hecho para volar mientras te arrastras por el surco de la vida? Este tiempo de lluvia segrega una sequía artificial. Ha dejado de llover y el sol ha impuesto el filo de su espada sobre la tierra que piso. Ansío la resurrección del agua, el fragante perfume de la tierra mojada, la nostalgia emergiendo del pecho como un néctar que emite trampas donde caen los recuerdos. Los días secos meten su erosión por los poros de la piel, colocan sus enzimas digestivas en mi estado de ánimo y cultivan hongos simbióticos en las faldas de mi alma. Me vuelvo tieso como un tronco seco. La ausencia de la lluvia natural del verano hace rancios los versos que leo, vuelve leprosa las ganas de escribir, me encierra en un sopor alergénico y me hace vivir en la superficie de las cosas, ahí donde no saben a misterio, a reto o a sueño incandescente. Sólo en verano la falta de lluvia es agresiva para mi cuerpo porque soy como esos enormes cactus del desierto que viven todo el año con el agua de una lluvia.

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