miércoles, 5 de agosto de 2009

Breviarios de tristezas

Roncan las piedras donde cae la lluvia. El cielo abre sus versos y caen a tierra para mojarla con orgasmos nuevos. Anidan criaturas de lodo en los charcos de la calle de mis infancias. Antes llovía sobre el polvo seco de la tarde, donde la calle no tenía la piel de asfalto, donde aún había mucha noche derramada. Ahora llueve sobre las banquetas de concreto hidráulico, encima de la cáscara de chapopote por la que mi auto pasa salpicando transeúntes. Ahora la lluvia se escurre por las alcantarillas, por ahí mismo se van mis breves ratos de tristezas, mis recetas de dicha y lo que escribo cuando la lluvia ilumina con su ausencia.

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