jueves, 1 de enero de 2015

Crónicas sin tiempo

Es el génesis. La vela que arde por primera vez en esta noche. Es el inicio que permite entender la apertura de una nota emitida por la sinfonía de un grillo nocturno. Primer movimiento del ajedrez avanzando la humildad del peón a E4. El descorche de un tinto en compañía de uno mismo. La pieza del rompecabezas inventando una imagen que todavía no existe. El sordo impacto de la gosua en la imponente cancha de 36 metros. Es un beso en el tejadillo del amor sugiriendo la primavera en el invierno. Es el principio de la palabra, la continuidad de los garabatos, el indecible deseo de no pararse aunque atrás queden momentos diluidos. Son las catedrales y sus ruidos ciegos de estuillas de cantera corroída,  son los reflejos de lo que sigo siendo, mi entercada insistencia en escribir letras de ceniza, palabras necias, crónicas sin tiempo. Es, simplemente, la vida que sigue cultivando la alegría de vivir sonriendo, a pesar de saber que el callejón  conduce al yermo páramo de la existencia. ¿Has tomado la bocanada de aire salvador después de meter la cabeza en agua fría por décadas? ¿Has sentido la asfixia en tus pulmones rogando por una burbuja de aire y luego, casi en el último momento, salir al mundo real a compartir la vida? Haz la prueba y sal al tiempo. Deja de esconderte en tus miedos. Aprende a beber la medicina que aturde y aniquila parcialmente, pero que rescata de viejos fantasmas.  Bebe de la savia de la vida y haz bocanadas de aire para correr lejos. 

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