sábado, 2 de mayo de 2015

Recuerdos del porvenir

Me pierdo en el tiempo haciendo múltiples malabares existenciales. Saco las sonrisas que nacieron al principio de la mañana y me siento satisfecho de creer en mis terquedades. Brindo en lo alto por los días ganados al calendario y mis manos se entretienen rebotando la pelota en los muros donde sueño. Hace días me metí a un templo a descansar las piernas después de vagar un rato por el centro de Celaya. Era el templo de San Agustín y eran días de andar sólo. Me gustó en particular la piedra labrada formando retablos con motivos florales. Me gustó sentirme un explorador confinado en el bosque urbano. Andando en esta actitud me gusta la calle que piso, los mercados que visito, la gente que va y viene sin que se percate de que la veo. Me gusta la ausencia de conocidos, las miradas que no me ven, los lugares que visito por primera vez. Disfruto la ciudad y sus esquinas, sus mujeres de paso que pasan dejando sólo una imagen que alcanzo a capturar con la mirada. ¿Te has sentido naufragado en una multitud sin nombre? ¿Has lanzado la herramienta de tus ojos para fabricar en tu mente los recuerdos del porvenir?

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