lunes, 4 de mayo de 2015

Manipulando el minutero

He levantado las piedras del tiempo para ver mis opciones en el presente. Y caigo en la cuenta de que el eterno instante se construye con la suma del tiempo acumulado. Es una fuga permanente de instantes que se van y de instantes que se recuperan. Es la cara de las horas descarnándose en el lecho de mis pensamientos. Es mi mano ajustando los engranes del pasado favoreciendo el presente. Es el borde de mi alma manipulando la manecilla del minutero haciéndola perdurar por más tiempo. ¿Te has preguntado sobre el mecanismo psicológico del calendario, sobre la moneda de cambio que usa el tiempo? Para mí es la red que lanzo al mundo para tener vivencias, para extraerlas de la realidad material y madurarlas en el caldero de los recuerdos. No puedo imaginar un sólo día en el que el harapiento de mi pasado no esté al alcance de mi mano. Soy memoria en fundamento, y sin ella no soy nada. ¿O qué se puede ser si la vida sólo fuera movimiento que fluye sin decantarse en la memoria? ¿Te has preguntado que sería de ti si no recordaras ni la esquina inferior de tu rostro, ni el tacto terso y lleno de frescura de la pierna que tu mano le toca a la existencia? Olvidar del todo es como morirse estando vivo. Por ello, recordar es dobletearle a la vida un par de orgasmos. Es incitar a unos labios a anticipar el sabor de un beso prolongado. Es imaginar lo que vendrá antes de tenerlo. Y por esto mismo es tenerlo antes de vivirlo. 

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