martes, 15 de octubre de 2013

Tiempos conjugados

La bruma cae azul cobalto. Desde el galope del caballo de agua, la bruma cae. Se humedece el mundo del alma cuando veo llover sobre las calles del barrio. En la madrugada se vuelve intenso el flujo ininterrumpido de recuerdos. Lo que fue sigue siendo en una nueva versión de lo vivido. Nunca deja de existir el ayer porque aparece de tiempo en tiempo cubriéndose el rostro con el ahora. Lo que fue tiene la capacidad de colmarle a uno desde dentro y derramarlo con consecuencias existenciales. ¿No has sentido que, si los tienes, los años vividos sirven para que la vida se extienda como una enredadera sobre el instantáneo presente? ¿No has notado que no se puede dejar de vivir un segundo porque aunque te quedes quieto, movido sólo por las funciones vitales de la respiración,  la cosecha de los recuerdos se torna perpetua y mama vigorosa de la misma ubre del presente? El aquí y el ahora deja de ser sólo un momento y se transforma en una acumulación de visiones en tiempos conjugados.

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