domingo, 2 de marzo de 2014

Volver a la vida

Ser ateo no quiere decir no tener creencias o ser un descreído, vivir sin esperanzas, estar atado a la desolación. La vida se extiende hasta toparse de frente con el fin al terminarse el callejón. Punto. Así de fácil. Hoy creo lo que veo con los ojos de la razón, supongo con el ansia de eternidad los límites que me abrazan, sé de cierto lo que crece al tacto de mi mano. Si no existe barca ni barquero que conduzca a mi alma a otros confines, tengo un barco para ser marinero cargando mis arterias, llevando mi carne, que a fin de cuentas soy de caña y hueso. Si no hay esperanzas sembradas en el más allá cultivo mis alegrías esperando el fin del día, la llegada de la noche. ¿Has sentido la certeza de algo que puede ser removido por una certeza mayor? ¿Vas por la vida andando seguro por la banqueta del confort o bajas tus pies a la barbarie del pavimento donde la muerte conduce sin precaución? 

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