viernes, 5 de abril de 2013

El útero que da la vida.

Bajar la mano hasta el útero que da la vida. Andar a pasos de corazón trastabillando entre adoquines. Abrir la ventana del sótano sólo con la esperanza de sentir una ventisca que refresque con sugerencias de atrevimiento. La lluvia conformándose en charcos, escurriendo calle abajo, llegando hasta la profunda garganta de la alcantarilla. Y ese nombre que llevas es tu identidad falsa, la mejor cara con la que transitas en las noches, el trofeo que te cedió la existencia por incumplimientos. Cualquier motor desbielado funciona mejor que la vida emocional de mis recuerdos. El caos es la teta de donde se alimenta el universo. ¿Has caminado en tinieblas cuando deseas escribir con la sonrisa del alma hecha una espiral? ¿Has documentado tu vida vaciando textos en un cuaderno? ¿Has llegado lejos dando un paso sobre tu espalda? Los universos son tan cortos con una mirada ciega, tan vastos cuando son imaginados y tan inabarcables cuando son vividos al paso lento de los días. El útero lleno que da la vida, el seno vivo que la alimenta, el hueso, articulado al esqueleto, que la transporta, que le da alas al movimiento. Se trata de llegar lejos, de percibir que la ruta es amplia, de saber que se puede andar. Se trata de saber ir dejándose llevar. 

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