lunes, 29 de septiembre de 2014

Soy sólo un tipo satisfecho

La vida en la mañana es un ramo de promesas. ¿Has logrado arrancarle una certeza a las cosas, orillar las verdades a que respondan "Sí", sujetar lo necio para no ser tan vulnerable? Prefiero la visión incierta del abismo que el piso plano donde camino con certezas. Prefiero golpear la piedra con mis manos que ponerme guantes para tener un ramo de cardos en mi florero. Prefiero la dulzura de los días de nostalgia, la lluvia mojándome los pasos, los olores de tierra y de recuerdos, que la amarga sal que deja la felicidad que se inventa con vacío. No soy feliz a cada rato, ni por tiempo ilimitado ni para siempre. Tampoco soy feliz por seis segundos cada dos días. Para la felicidad no hay dosis ni receta, ni calendario preciso que la espere. Ni la persigo por por vicio o devoción, sólo veo que pasa moviendo sus piernas largas y caderas. Más bien la espero como se espera a una mujer que se ama ineludiblemente. La espero y ella llega y yo estoy. Luego es cuestión de apropiármela a mi manera, de ofrecerle mis brazos, mis besos y mi despedida. ¿Has sabido para qué se quiere retener lo que en esencia se diluye? ¿Has acatado la voz de lo perdido? No ser feliz me ha convertido sólo en un tipo satisfecho en busca de la perenne satisfacción.

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