jueves, 22 de junio de 2017

Cargo el recuerdo de viejos libros leídos, la mitad del peso de lo que creí cuando era joven, una hoja seca almacenada en la memoria. Ando por la vida cargando cosas que no abandono y que pesan menos de lo que pesa mi alma. Nací para ir ligero con grandes equipajes: las tardes de cristal en que sentí llover mientras caminaba sobre las vías del tren del Temoluco, las ilusiones que lustro con mis manos artesanas, la soportable aceptación de una efímera existencia, los guardianes de tinta y papel donde arraigo lo hecho con mis manos y lo andado con mis pasos. Nací para darme cuenta y trascender. Y aunque he de morir, no nací para ello. Mi verdadero sentido es el transitar sobre los rieles que el calendario usa para adelantar las semanas.

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