viernes, 30 de septiembre de 2016

Fuego de rosas

Tu boca sin ser la boca de un pez, guardaba besos intransitados cuando llegué. Me ocupé de tu corazón derruido. Abrí ventanas que iluminaron tu alma. Prendí fuego de rosas olorosas en tu piel. Me dedique a lavar los tapetes y a correr el polvo de los rincones donde la palabra del desamor padecía insomnios. Luego pudiste sonreír quitándole las vendas de yeso a tu boca. 

jueves, 22 de septiembre de 2016

A ratos y a veces

Como de la mano de la soledad siempre que llueve. No sé por qué razón salgo a la calle en temporada de huracanes. Me siento en las banquetas y gobierno mis pasos a un destino incierto. No veo porvenir alguno cuando me quedo quieto, sentado en una banca, en algún parque. Y es entonces cuando, a ratos y a veces, algo brilla en lo que pienso y destellan sorpresas. Experimento nociones de certeza y le huelo las rosas al infinito. Me sé dueño de dos verdades que sostengo en la mano. Luego la sonrisa se va desvaneciendo de mis labios porque me percato de que ya había experimentado tal situación. Me levanto y echo a andar mis pasos entre calles. Después de esto no soy el mismo. Es como nacer y empezar la marcha. Es como provocar a los lobos del pensamiento para que peleen entre ellos y se devoren pacíficamente.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

El ADN del alma

El corazón es una esfera de cristal donde los peces vuelan imperecederos. Es una pequeña caja de madera que mantiene calientitos los pies de peluche de los gatos de mi nena. Es también un sarcófago que resguarda mis versos fallecidos, mis plegarias a destiempo y las credenciales de mis caras de tristeza. También es una vasija llena de ceniza que mezclo con saliva en las madrugadas para resucitar letras que digan algo. Mi corazón tiene engranes de latón que se han oxidado con el tiempo y que ahora truenan poco a poco cada vez que los recuerdos resucitan y salen a la luz como para respirar por ellos mismos. Yo por mi corazón soy quien soy. Por él me alumbra la locura y me brotan rosas de mayo en cualquier mes del año. Gracias a sus latidos me siento vivo y vivo. Y he pensado, posiblemente dando respuesta a los que dudan de la existencia del alma, que es el corazón la madriguera donde el aliento de Dios juega a mover los hilos de mis manos. ¿Has entendido de verdad que la pecera de cristal donde nadan aves perecederas no sólo sirve para querer la vida, para apegarse a ella y para sufrir su despedida? ¿Has caído en la cuenta que el calendario del tiempo se deshoja cada día entre latidos y suspiros? Pero no importa lo que se diga de él al decir que sólo es un músculo con ventrículos y cavidades, no me interesa que los anatomistas lo diseccionen en válvulas y arterías. Lo que me interesa es que de la materia surge lo inmaterial. Así como del cerebro brota la mente y entre neuronas y sinapsis se esconden sueños y fantasías. El corazón guarda secretos inalterables, posiblemente el ADN del alma, seguramente la esencia de Dios. Pero quién va a saber de esto más allá de su inventor.

martes, 20 de septiembre de 2016

Pasos en zonas intransitadas

Los comienzos son efímeros cuando duelen, amplios cuando la esperanza erupta ideales y vacíos al terminar la senda. Hoy empiezo algo que me hace regresar los pasos dados. Voy por las vías del tren sin perder el equilibrio y me detengo a mirar el paisaje. Es un recorrido con ojos de turista al andar por el vecindario. Es descubrimiento de lo ya conocido, gozo del éxtasis pasado, simpatía llana por las cosas nobles. Me siento con alas y vuelo, voy por tierra con garras de lagarto, simplifico mi andar como si fuera un ave y nado entre escombros del día sabiendo encontrar las grietas. En realidad me siento cómodo y lo digo. Si hoy muriera, mi testamento sería lo que fui: acaso lo que hice sin dejar huella; las letras de ceniza donde aún prevalece el fuego; los encantos de la conciencia que me hicieron comprender que estuve ahí, en lugares comunes con la sensibilidad despierta, consumiendo oxígeno sin llegar a destino seguro o zarpando a nado hacía mares infinitos. ¿Has encontrado el acomodo de las piezas en el tablero donde visualizas sonriendo que darás jaque mate a tus propios miedos? ¿Te has sabido dueño del valor en una mano para alzarla muy alto y sostener la bandera en la que crees? Viajar es gratis cuando el simple movimiento conduce a tus pasos a saberte original. Ir hacia nuevas posadas sin descuidar los trayectos lleva a no detenerse nunca. Empieza hoy. Zarpa. Despega desde tus zapatos hacia zonas intransitadas. La cosa es no dejar de moverse porque a fin de cuantas así es la vida.

viernes, 16 de septiembre de 2016

las huellas que se levantan

Simpatizo con el boscoso enramado de mis pensamientos. Encripto mis besos en tu boca suponiendo que te dicen verdades entendibles. Voy de la mano de mis cuadernos anotando lo que quiero que trascienda. Y me percato que lo trascendente es lo cotidiano. No hay día que repita sus pasos por la misma vereda de la existencia. No hay patrón a seguir, molde común del que nacen las horas. Las fechas son irrepetibles y los sucesos siempre resultan invenciones nuevas. ¿Te has dado cuenta de que todo es nuevo en una realidad que persiste en renovarse? Dime cuándo has sido el mismo o has hecho las mismas cosas. En realidad puede parecer que el reloj repite su marcha, que el sol abre sus rayos por la misma colina y se mete siempre por el mismo horizonte, que las cosas permanecen sembradas en los mismos cimientos. Nada permanece fijo porque todo está constituido de una fluidez constante. La fuga es la verdad y lo estático no existe. ¿Has sentido el mágico brillo de tus sonrisas al comprender que la vida es una fugitiva que nunca caerá presa de la rutina?

martes, 13 de septiembre de 2016

Tengo precaución de ir a tientas en la noche. Sin luz que guié a mis ojos me dejo conducir por el tacto. Es entonces cuando tocando el aire frente a mí, mis manos se sorprenden al encontrarte.  Primero es tu cintura la que reconozco como señal de que ando por buen camino. Luego son tus brazos, que me han gustado por ser largos, finos y llenos de vida propia para animar esas manos que me tocan. Poco después está la parte geográfica de tus caderas que me enseña que la existencia es un suspiro, el anhelo un horizonte, y la esperanza algo que si llega. También están tus labios de satín tocados por las arenas rudas de mi boca, tus mejillas que se juntan a la áspera lija de mi barba.

lunes, 12 de septiembre de 2016

Como un ciego que sabe comprender la luz sintiendo el calor del sol me apropio de bendiciones nuevas. Paso mis manos por el amor y me entero otra vez que su suavidad supera al pelaje de mi gato. Beso la sal de mar que gotea de mis lágrimas al reírme incansable y descubro que me he vuelto resistible a la mayor tentación de mi vida. No brindo por el día que nace porque me encuentro sumergido en él y lo disfruto como un ávido bebedor. Doy gracias por las nubes que bordean el cielo que miro al andar descalzo. Me siento como un bienaventurado ante los cataclismos inofensivos que cargo en los hombros.

domingo, 11 de septiembre de 2016

Me interesa inmiscuirme en largas estancias de tiempo sintiendo libremente. Me dejo ir dentro del corazón como si me arrojara desde una avioneta en caída libre. Al ir cayendo abro la imaginación y vuelo como si fuera una especie de ángel de la guarda y de dulce compañía. Caigo desplazándome entre flujos de aire y gases forjados en esperanzas. El cielo no termina y sigo cayendo iniciando otros vuelos. Me experimento como un fluido que se desliza sin contenedor. Sigo bajando con gran premura y al fondo de las cosas observo una montaña de paja. Caigo en ella y finaliza mi descenso. Unto pomada en las heridas que me deja en el alma saberme ileso. Levanto la vista hacia las nubes de donde me arrojé y levanto mis huesos a la vida para seguir andando. Qué sorprendente es continuar en el camino y con la posibilidad de andar por propio esfuerzo. 

Las soluciones a los laberintos


Los antídotos que erradican la muerte diaria que nos abraza están hechos a la medida de cada quien. Las soluciones a los laberintos tienen pintados los signos en el camino. Es más fácil cegar los ojos ante el destello de la verdad que atreverse a enfrentar la luz a pesar de quedar ciegos. Los anuncios de la existencia están escritos con tinta roja y solo podrán ser vistos por quien sepa leer entre pastos secos y fértiles espinas. Los que no sepan dar lectura a los acontecimientos personales seguirán avanzando como si el mundo no girara sobre su propio eje. Los que se den cuenta de lo que existe debajo de las piedras sólo serán un poco más hambrientos de otras realidades. Es cierto lo que dicen los poetas cuando han comprendido el propio peso de las cosas, es cierto lo que saben los vulnerables de espíritu cuando saben lo que el costal de huesos que llevan por dentro arde, es auténtico lo que los infinitos y eternos entienden cuando desperdician el tiempo suponiéndolo como un bien perdurable. ¿Has comprado en la tienda de abarrotes de tu colonia las certezas para curar las heridas que te causas al caer, al decepcionarte, al morirte un poco? ¿Has encontrado consuelo al confesar lo que has sido, lo que has hecho, lo que has planeado inventando una ruptura en el destino? Las soluciones a los laberintos son efímeras y circunstanciales cuando el laberinto mayor está cambiando constantemente, repitiéndose en espiral con algunas añadiduras, sorpresas y novedades. Andar en el laberinto no es otra cosa que existir cuando la materia te ha hecho hombre y te ha bendecido con cualidades extravagantes. Andar en los laberintos también es creer en Dios y dudar esto.

viernes, 9 de septiembre de 2016

El título auténtico de certeza


Sobre el brioso corcel de las horas el mundo parece avanzar tardíamente. Me siento en la banqueta de cualquier calle y emprendo bocanadas de luz pensando en lo que he sido. Caigo en la cuenta de lo que me falta y le muerdo las piernas a la esperanza. Me siento justificado por acciones personales: remar a tientas sobre las lágrimas de un mar seco; amar desde dentro hasta la mínima partícula del deseo; vagar devotamente entre calles y avenidas. Me justifico hasta por mis omisiones, mis faltas y mis atrevimientos. No sé por qué le doy tanta importancia al vuelo huidizo de la mosca que admiro por su corta vida. No se por qué debo pensar en la sencillez de la materia, en su breve estancia siendo vida, piedra o cualquier expresión espontánea de sus transformaciones vertiginosas. Ignoro el verdadero color del trasfondo del escenario donde mis pies bailan al son de los minutos que pasan. ¿Has entendido que es de gran utilidad ignorar lo que no se desea saber? ¿Te has dado cuenta de que sabiendo algo, aunque sea la ínfima porción de una verdad fulminante, no puedes volver a ser el mismo que eras cuando ignorabas lo que ahora sabes? Las verdades, aún aquellas que son falsas, son las que cada quien les da el título auténtico de certeza. El hombre juega a malabarear certidumbres hasta que caen de sus manos y se vuelven añicos al estrellarse contra el piso donde sólo quedan decepciones, desencantos, senderos desesperanzados.  

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Suposiciones y promesas


Quedan los clavos de una cruz que se marchitó, los ojos tristes de mi perra al morir, las esperanzas que germinaron en macetas. Quedan las golondrinas en un vuelo que se va, los cuartetos de versos sin rima, la enésima vez que mi mano toca tu cabello. Se van las lágrimas de mis ojos ante la risa que embriaga como en un destello de ceguera. Se van tus muslos de mis manos después de haber sido navegados por ellas. Se queda la arena y el desierto, la sal de la playa donde creció mi isla, el agua que me permitió saber de la sed en mi garganta. Yo me voy y me quedo. Me voy acercando y me alejo al mismo tiempo, y al mismo tiempo parto y llego, vivo y muero. La vida es como las caderas de la vida. Pero al final de todo, todo se va. Mientras se vive todo se queda y fluye como si permaneciera eternamente, como si en verdad el hombre fuera trascendente y tuviera un destino verdadero. Qué daría porque todo lo acercado a la piel de este cuerpo que conduzco por rutas y veredas se hiciera de alguna materia eterna. Qué entregaría de mí por una certeza fulminante, por una verdad que no se rompa. Sería capaz de irme de aquí quedándome finalmente arraigado en algún sitio. Sería capaz de llevarme lo que tengo y de no perder en ello lo que soy. ¿Has sentido que la experiencia acumulada tiende a escurrirse al final de la vida sin que nada la detenga? ¿Dónde quedan los recuerdos, las hazañas y caídas, los procesos que conducen a ganar lo que está perdido? Lo bueno es que queda todo al alcance de la mano cuando todavía es tiempo, cuando todavía se sabe con certeza que esta vida se fundamenta en suposiciones y promesas. 

lunes, 5 de septiembre de 2016

La muerte es ternura de infinito

Ahora quiero interpretar al destino cuando desde la esquina del tiempo me sonríe inquietamente. La vida es larga y la juventud de humo. Todos los caminos conducen a nuevos presagios. Por mi parte me inquieta (favorablemente) el canto de las aves por su hermosa vulnerabilidad. Me entristecen los perros de la calle cuando la muerte se ensaña en hacerlos sufrir. Hace días que veo a uno en la cuneta de la carretera que diario recorro. Supongo que intentó cruzar y un vehículo lo embistió. No murió al instante, pero el sufrimiento se le instaló en los huesos. Su cabeza la recostó entre sus patas y ahí esperó, tras el paso de las horas, la llegada de su último suspiro. De verdad me deprime ver la muerte de los animales sin la idea de supervivencia que tienen las personas. No hay un paraíso para perros, ni una pequeña ilusión o un asidero. Ellos viven y mueren sin sentido. El hombre va en busca de uno inventando quebradizas esperanzas. La muerte es como un borde de espina rota bajo la piel de un corazón que siente la espesura inabarcable de la eternidad. La muerte también es la espiral que jala hacia un destino. La muerte es ternura de infinito y el perro de la cuneta me lo hace sentir cada vez que paso cerca de él. ¿Has anidado en la espesa niebla del desconsuelo que patea bajo y muerde crucificando?